AUTOR: SARAY HERNÁNDEZ

Juan era un chico muy afortunado, era hijo de un famoso arquitecto y de una talentosa científica, vivía en una casa hermosa y única diseñada por su propio padre, la cual era la más lujosa de toda su ciudad. Desde que nació Juan, se le ha consentido bastante, siempre obtenía lo que quería, no se le ponía ningún tipo de límites. Debido a esto, Juan creció con la idea de que no tendría ningún tipo de preocupación ni responsabilidad durante toda su vida, él estaba convencido de que siempre tendría a sus padres a su disposición. Juan pasó toda su vida escolar sin ganas de aprender, todas las actividades que le mandaban eran hechas por otra persona a la cual él había pagado y le ofrecía sobornos a sus profesores para que le dejasen aprobar. Mientras Juan crecía y crecía, todo empeoraba, a los 18 años se involucró al mundo de las drogas y abandonó los estudios por completo. Ya al cumplir 25 años, sus padres se cansaron de él y lo expulsaron de su casa, le entregaron un par de maletas con sus pertenencias y algo de dinero para que no deambulara por las calles y por lo menos tuviera tiempo de conseguir un trabajo y no pasara necesidades. Al principio Juan se veía despreocupado, se consiguió un pequeño departamento en los barrios pobres y estuvo ahí por unos cuantos días, tumbado en una pequeña cama, comiendo solo comida rápida y consumiendo drogas. Mientras pasaba el tiempo, Juan notaba que su dinero se desvanecía, hasta que se quedó sin él y lo tuvieron que echar del
departamento, viéndose obligado a vender gran parte de sus pertenencias y a hacerle pequeños favores a la gente a cambio de dinero. Al final Juan vivió una vida que no pensó vivir, buscando refugio en pequeños callejones, con una fuerte adicción a las drogas y pidiendo dinero a cambio de lo que sea, incluso robaba cada vez que veía la oportunidad.

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